martes, 9 de julio de 2013

Tarea 3° periodo grado 7A

SEGUNDO INTENTO DE SOLUCIÓN: LUIS VILLORO32

Realizar un análisis desde la filosofía moral para indagar cuáles culturas son éticamente mejores o preferibles es entrar en el ámbito del deber-ser que implica por lo menos tres puntos:

1. La adopción de determinadas disposiciones o creencias,
2. La proyección de ciertas metas o fines y
3. La elección justificada de actitudes o comportamientos.

Estos tres puntos descansan sobre los supuestos comúnmente acepta- dos para toda ética, estos son:

1. Comportamientos y disposiciones conscientes e intencionales,
2. Justificación, prima faccie(en principio), de todas o la mayoría de las creencias y disposiciones, metas y actitudes, etcétera. Y, por último,
3. Deberes y derechos tanto de los individuos (frente a la comunidad)
como de la comunidad (frente a otras comunidades).

Sin ellos es imposible una ética de la cultura.
Ahora bien; independientemente de los requerimientos para hacer un análisis y juicio moral de las culturas, es necesario asumir que toda cul- tura:
1. Hace posible la satisfacción de necesidades,
2. El cumplimiento de deseos y la realización de fines,
3. Y que esto lo hace posible una cultura respetando la autodeterminación o libertad de cada miembro de la misma,
4. A la vez que ofreciendo medios adecuados.

Una vez aclarado el sentido de moral y cultura, utilizado para el análisis de las culturas, y de cultura, pueden establecerse cuatro principios para identificar y someter a juicio moral a una cultura. Esto son:
1. Principio de autonomía,
2. Principio de autenticidad,
3. Principio de sentido y
4. Principio de eficacia.

La ventaja de los cuatro principios es que ayuda a realizar un juicio de una cultura sin hacer una “comparación denigrante”, o sea frente a otra cultura, sino con los elementos de la misma cultura.
Para aclarar más esto es necesario explicar en que consiste cada uno de los principios arriba mencionados.

IX. EL PRINCIPIO DE AUTONOMÍA

Una cultura cumple con el principio de autonomía, cuando las creencias y valores son adoptados de una manera intencional y reflexiva.
Esto permiten; 1) Ofrecer una justificación de estas creencias y valores, 2) Determinar los mejores medios para realizar en la vida estos valores.
Con relación a esto siempre habrá Deberes de sostener una postura crítica frente a la propia cultura, esto es; Derechos, por otro lado, a gozar esta autonomía.
Lo opuesto a la autonomía es el sometimiento a creencias o la adopción de valores sin intención o reflexión.

X. EL PRINCIPIO DE AUTENTICIDAD

Una cultura cumple con el principio de autenticidad, cuando los valores y creencias de la cultura manifiestan los propósitos y actitudes de sus miembros.
Este principio retoma el sentido de “persona auténtica” que refiere a aquel  individuo cuyo comportamiento corresponde con sus creencias y éstas, a su vez, con sus necesidades y deseos. La autenticidad es la correspondencia entre valores culturales y los deseos y necesidades de un pueblo.


XI. EL PRINCIPIO DE SENTIDO

Una cultura cumple con el principio de sentido cuando proyecta fines últimos para la vida de sus miembros. De esta manera, el principio de sentido le confiere una orientación a la vida y unidad a la sociedad.
Este principio establece también “valores preferenciales”, lo que quiere decir que ordena jerárquicamente los valores respecto del fin último.


XII. EL PRINCIPIO DE EFICACIA

Una cultura cumple con el principio de eficacia, cuando pone al alcance de sus miembros los medios para llegar o realizar los fines propuestos. En este  caso, si la sociedad sostiene valores que pretenden dar un sentido a la vida, pero a su vez no ofrece los medios para realizarlos, entonces pierden sentido esos valores y la sociedad carece de eficacia.


XIV. POLÍTICA CULTURAL Y CONCLUSIONES

El único conflicto real se presenta dentro de la propia cultura, siendo el mayor enemigo a vencer la enajenación cultural a través de los medios masivos de comunicación. La mejor política cultural será aquella que fomente el análisis crítico de sus valores culturales con base en los cuatro principios, evitando, por un lado, el nacionalismo que confunde el carácter autónomo con lo peculiar o folclórico, y, por otro lado, evitando la aceptación indiscriminada de formas de vida importadas del extranjero.
Una política cultural tendrá que enfrentar el problema de la hegemonía y el respeto a las minorías étnicas. El dilema que se enfrenta es el de incorporar una cultura étnica a riesgo de desaparecerla, o el de respetarla y dejarla en su  atraso. El respeto a la autonomía y autenticidad de esa cultura minoritaria  sería  el primer deber. Luego, otro deber más sería juzgando su cultura según sus mismos patrones y poniendo a su disposición herramientas para hacer más eficaz su cultura pero sin coaccionarla. Sólo así se daría la verdadera integración de las minorías en la nación.

Integración no es sinónimo de homogeneización: integración es poner los elementos para que cada etnia sea auténtica y autónoma en una nación. Por eso habría que garantizarles su fuerza de autodeterminación y propiciando la comunicación.